¡Acuérdate, hombre, que eres polvo y que al polvo volverás!
El Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma.
Es ya casi tiempo de cuaresma y, como cada año, los católicos nos acercaremos, el miércoles de la semana de quincuagésima (período de cincuenta días que preceden a la Pascua de Resurrección), a recibir la ceniza, rito con el cual se inicia un tiempo de penitencia y expiación que nos debe preparar a rememorar la pasión y muerte de Jesucristo Nuestro Redentor.
Para algunos –si los más o los menos, no lo sé– se trata de una simple costumbre que fue adquirida y se practica sin saber el real significado que tiene, por lo que en esta ocasión te invitamos a conocer y reflexionar sobre el asunto.
Desde tiempos muy remotos el uso de la ceniza se asocia con el significado de humillación y penitencia, en ese sentido ya aparece en el Antiguo Testamento, pero será hasta tiempos de San Gregorio Magno, en el siglo VI, cuando se empiece a practicar como parte de los actos propios de la liturgia cristiana.
Originalmente, era una práctica que estaba dirigida a los creyentes que habían cometido algún pecado grave y público y que en consecuencia debían también cumplir pública penitencia, para tal efecto, el Miércoles de Ceniza, el Pontífice bendecía los cilicios que los penitentes iban a llevar durante toda la Cuaresma (cuarentena previa al sacrificio de Jesucristo), y les imponía la ceniza. En el siglo XI, el Papa Urbano VI, mandó que fuese impuesta a todos los fieles.
¿De dónde se obtiene la ceniza?
La ceniza que se impone no es de cualquier tipo, sino que es la que se obtiene de la incineración de las palmas que se bendijeron el Domingo de Ramos del año anterior. La bendición que recibe tiene como fin hacerlas más dignas; la ceniza así bendita es un sacramental que nos mueve a asumir un espíritu de humildad y de sacrificio.
La ceniza se obtiene de las palmas benditas del Domingo de Ramos anterior.
En cuanto a la breve ceremonia de imposición, es importante considerar que no se trata de un simple acto exterior o de protocolo, por lo que al recibirla se debe tener una disposición de verdadero espíritu de contrición, pues de lo contrario sería un acto de hipocresía.
La fórmula que utiliza el sacerdote debe movernos a pensar en lo efímero de la vida y el inevitable trance de la muerte ¿y quién pensando en esto no quisiera estar preparado para enfrentar el Juicio Divino? Así que ahora ya lo sabes, cuando te acerques a la imposición de ceniza, de rodillas –que es la forma más digna de recibirla– ante el sacerdote, medita sobre el elevado significado de este rito.
Dr. Ernesto Ávalos López
Es Director del Centro de Estudios Humanísticos de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG). Es Licenciado en Derecho y cuenta con estudios de Maestría y Doctorado en Educación. Ha sido profesor titular de diferentes asignaturas de carácter pedagógico y de investigación educativa.
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