El Dr. Juan Toscano García de Quevedo impartió la Cátedra Antonio Leaño a estudiantes y colaboradores de la UAG.
Frente a la pérdida de los valores universales en la sociedad actual, primero es necesario fortalecer la familia para restaurarlos y transmitirlos a las actuales y nuevas generaciones. A las instituciones de educación formal les toca colaborar en esta tarea desde preescolar hasta la edad adolescente, y a las universidades compete inculcar los valores particulares de cada profesión.
Así lo expresó el Dr. Juan Miguel Toscano García de Quevedo durante su conferencia “Valores en la familia y en la educación”, que correspondió a la sexta edición de la Cátedra Antonio Leaño, de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG).
Toscano García de Quevedo, ampliamente reconocido en el ámbito cultural y educativo de Guadalajara y actual director del Centro Cultural UAG, dijo que “la pérdida de valores es un desencuentro de la humanidad con su propia identidad, que nos conduce a un abismo”.
Después de una breve presentación que hizo el Rector, Lic. Antonio Leaño Reyes, en la que resaltó los buenos frutos que ha producido esta cátedra en la que se han tocado diferentes temas, el Dr. Toscano inició su exposición estableciendo una línea histórica de los valores.
Fue en la Grecia clásica con los filósofos Sócrates, Platón y Aristóteles, donde inician los valores occidentales dejando atrás la idea de un universo dominado por numerosas deidades. El monoteísmo significó un cambio sustancial, pero tuvieron que pasar siglos para que esta cultura arraigara. La expansión del cristianismo permitió una revaloración de valores y en la Edad Media éstos ya eran profundamente aceptados.
Sin embargo, en los siguientes siglos surgieron movimientos sociales que los trastocaron: en el siglo XVI el Renacimiento y la reforma protestante dieron el primer golpe al cristianismo; en el XVII surgió la masonería; en el XVIII, la Revolución Francesa y el ateísmo; en el XIX, el liberalismo, el anarquismo y el comunismo, y en el XX las guerras mundiales que produjeron un enorme colapso y dejaron millones de pérdidas de vidas humanas.
La humanidad comenzó a cuestionarse a sí misma. Frente al desastre de las conflagraciones mundiales se advirtió que algo se estaba haciendo muy mal y hubo una intención sincera de restablecer el orden que se había perdido, pero en lugar de rescatar los valores se promulgaron derechos humanos que sin lugar a duda se han malinterpretado y hoy cada quien los entiende y aplica a su conveniencia.
“Los valores universales no son un invento del hombre, son un regalo de Dios para cada uno”, afirmó el Dr. Toscano. “Teníamos la esperanza de que al entrar al siglo veintiuno retomaríamos las bases culturales que propiciaron el verdadero desarrollo, pero ocurrió todo lo contrario”.
El expositor mencionó una serie de valores que se han ido perdiendo, entre ellos la libertad, la justicia, la honestidad, el respeto y la bondad. Abundó sobre el primero: “La libertad –dijo—es lo que nos distingue del resto de la creación, es un gran regalo, pero conlleva una gran responsabilidad; nos permite decidir cada uno de nuestros actos, no se puede abusar de ella. La interpretación equivocada de libertad es lo que está carcomiendo los cimientos de la sociedad”.
Afirmó que “no se puede engañar a la conciencia; nacemos con valores, vivimos con ellos y no los podemos ignorar. El hecho de tratar de adaptar los valores a nuestro gusto y capricho es producto de la soberbia. Nos estamos deshumanizando, en el mundo se están dando fuertes desencuentros que fracturan la sociedad, la verdad, el orden y las virtudes”.
Finalmente, dijo que la destrucción moral de la sociedad se está dando por etapas: lo primero es desintegrar a la familia y luego, desintegrar al individuo, confundiéndolo, metiéndole dudas sobre su propio ser y destino. Por eso, consideró el Dr. Juan Toscano, la restauración de la sociedad, que implica la recuperación de los verdaderos valores, debe comenzar en la familia.
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