La filosofía es un área que el hombre creó para tratar de encontrar los problemas fundamentales de la existencia.
Desde hace tiempo, se sabe que el hombre es un ser hambriento de conocimiento y que esta misma hambre lo ha llevado a querer saber más sobre sí mismo. La búsqueda de saber “¿Quién soy?”, ha llevado al hombre a indagar tanto, que tuvo que crear un área designada para sus cuestionamientos, la filosofía.
Tras años de reflexión, y generaciones de filósofos, una gran parte de estos acordó en algo, el hombre es no solo un misterio, más que un problema, sino el más grande de todos. Solo el hombre cuestiona su existencia, sólo él razona sobre sí mismo, y por más frustrante que sea, y quizás debido a su naturaleza de misterio, es probable que nunca se halle una respuesta concreta sobre el “por qué” del hombre.
La “Antropología”, ciencia que estudia al hombre, ha sido extensivamente debatida por las diversas interpretaciones de su definición. Sin embargo, existen ciertas divisiones que han sido aceptadas por la mayoría:
La Antropología es la ciencia que estudia al hombre.
Al momento de estudiar al ser humano, numerosos filósofos han llegado a una misma cuestión: En realidad ¿podemos estudiar al hombre como es naturalmente? ¿Podemos objetivarlo sin alterar cómo lo estudiamos? Después de todo, al ser el hombre quien se estudia a sí mismo, es tanto el sujeto como el objeto de la filosofía, pero ¿Es eso posible? ¿Puede algo o alguien ser tanto el sujeto como objeto de una ciencia sin alterar la manera en el que este es estudiado?
Es por esto por lo que el hombre cambia dinámicamente, tanto un sujeto como un objeto de la filosofía.
Cuando hablamos de las dificultades para el estudio del hombre, podemos hablar también de la manera en la que nos vemos y percibimos, pues al reconocer nosotros como seres humanos mismos que el hombre es un misterio, no podemos realmente vernos ni estudiarnos de manera objetiva.
Es así como debemos aceptar la popular frase del filósofo Sócrates, “Yo solo sé que no se nada”, pues, solo así podremos genuinamente aprender más del por qué del hombre, al aceptar que aún hay mucho que tenemos que conocer.
La filosofía reconoce que el estudio del humano por el mismo humano es un misterio.
Esto se relaciona con la conceptualización de un hombre formado de dos partes: alma y cuerpo. Estos dos conceptos representan los puntos centrales de dos doctrinas opuestas, las cuales afirman que solo una o la otra existen. A pesar de esto, al ser el hombre un ser tan racional, todo lo que experimenta se convierte tanto en experiencia exterior como experiencia interior, lo que nos dice que, si una división de alma y cuerpo existiera, ambos conceptos tendrían que coexistir.
Por los factores discutidos, además de muchos más, el ser humano permanece, irónicamente, como el misterio más grande para sí mismo, y probablemente lo permanezca por mucho más tiempo, sino es que para siempre. Esto se debe a que, como toda ciencia y disciplina humana, mientras más conocemos sobre el valor filosófico del hombre, más nos damos cuenta de lo poco que conocemos sobre él.
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