Para saber si un acto es bueno, o es malo, no es nada difícil, basta el sentido común. Es un poco más complicado saber qué tan bueno o malo es. Sin embargo, hay tres vertientes, llamadas en Filosofía, “Fuentes de moralidad”. Éstas nos permiten analizar cada acto.
- El objeto del acto.Esto es la esencia del mismo, lo que es, lo que implica. Por ejemplo, la esencia de robar es apoderarse de lo ajeno, la esencia de mentir es engañar; la esencia de dar limosna es ayudar.
- El fin.Es lo que se propone quien hace la cosa; la intención que tiene al actuar.
Por ejemplo, alguien puede dar limosna, no con el fin de ayudarlo, si no, de quedar bien con otros o, presumir de altruista.
- Las circunstancias.Es lo que está alrededor del acto y del que actúa. Ejemplo, un niño puede mentir jugando con sus amigos. Siempre la mentira es grave, pero, lo puede hacer por juego, o por querer aprovecharse de algo.
Ahora bien, nuestros actos pueden ser más intensos o menos intensos en su bondad o maldad. Ejemplo, si doy limosna (objeto) con la intensión de ayudar (fin) y la doy rápidamente y de buen modo (circunstancias), mi acto bueno, es mejor todavía.
Pero, si doy limosna como dijimos, para quedar bien o la doy de mala gana y aviento las monedas a la cara, pues un acto bueno desmerece, y hasta puede llegar a ser malo.
Otro ejemplo, sabemos que mentir es malo, pero un niño puede mentir por juego. Lo anterior sigue siendo malo, pero, por ejemplo, si miente un elevado político, el acto de mentir se vuelve más grave por las circunstancias, más aún, si lo hace ante una gran audiencia.
¿Manifestarse es bueno o es malo? Es bueno, siempre y cuando tenga una causa justa. Pero, aún si así fuere, en las circunstancias podría intensificarse su bondad o maldad. Esta última, aumenta, si hay violencia, destrozos o saqueos.
Así que, para que nuestros actos sean buenos, deben serlo el objeto, el fin y las circunstancias. Para que nuestro actuar sea malo, basta que uno de ellos sea malo, aunque, claro, hay intensidades de maldad o bondad.