Académica de la UAG explica el rol de éstas en nuestra vida y la importancia de conocerlas y vivirlas para el crecimiento y adaptación del ser humano.
La cultura ha dado mala fama a las emociones o les ha puesto etiquetas, la sociedad por un lado pide rendirlas y gobernarlas, pero estudios recientes han descubierto que, para ser felices y verdaderamente funcionales, necesitamos de ellas, conocerlas, desarrollarlas y aplicarlas, son el boleto en parte para el éxito personal, los equipos de trabajo, la familia y sociedad.
La Dra. Noemí Pinto Rodríguez, docente parcial de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), psicóloga, con especialidad en neuropsicología, maestra en neurociencias y doctora en educación, explica más sobre las emociones.
“Las emociones son un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos, fisiológicos y endocrinos, de origen innato, influidos por la experiencia”, dijo.
Éstas generan una función adaptativa del organismo a lo que le rodea, así pues, las emociones vienen del cerebro, el sistema nervioso envía información y decide qué emoción y acción es fundamental para la ocasión, incluso, las emociones más desagradables tienen funciones importantes en la adaptación social y ajuste de la persona.
Cinco cosas que no sabías de ellas
1.- Aunque lo pareciera, las emociones no vienen del corazón o el pecho. Las emociones vienen de nuestro cerebro, del sistema nervioso, la estructura que las genera es el sistema límbico y el hipotálamo es el encargado de las respuestas físicas que sentimos. En el cerebro se generan, cambian y se adaptan, éstas causan respuestas corporales o lo que conocemos como “se me apachurra el corazón” y “mariposas en el estómago”.
2.- Pensar con la cabeza fría no existe. Uno de los errores más comunes es creer que se puede pensar con “la cabeza fría” o tomar decisiones sin meter a las emociones. Está comprobado que las emociones son las guías o influencia principal al momento de tomar decisiones en nuestra vida. “Pienso, siento y luego existo”. Existen también las decisiones inhumanas, las que sólo basadas en la razón o lógica, donde las emociones no se involucran.
3.- Conocer tus emociones no te hace emocionalmente inteligente. La inteligencia emocional, como se cree, no sólo consiste en conocer o reconocer las emociones. Ésta es una práctica y saber qué requiere de conocer, hacer y responsabilizarse del por qué sentimos y hacemos y aplicar de manera consciente las emociones en beneficio nuestro y de otros.
4.- Existen emociones, no emociones buenas y malas. Se refiere a que no se tratan de buenas o malas (tenerlas o evitarlas), existen y todas las emociones tienen una función, valor adaptativo y valor en la vida de las personas. Es recomendable vivir estas emociones y conocerlas, no evitarlas; sí aceptarlas como parte de la naturaleza de la persona, ya que afectan el crecimiento y maduración de los individuos.
5.- Las emociones no son únicamente impulsos. Se tiene una idea errónea de que emocionarse (felicidad, tristeza y más) es parte de un impulso humano que debería controlarse o evitar que estalle. Este argumento es erróneo, de hecho, lo más recomendable es que las emociones se permitan experimentarse para que las personas las conozcan y aprendan a regularlas para saber cómo manejarlas y en qué momento de la vida usarlas de manera adecuada, ser empáticos, entendernos y entender a otros.
“Otro error común es: madurar no significa ignorar tus emociones. Madurar es conocer, entender, tocar, compartirlas, comunicarlas, reconocerlas en otros, presentarlas y se vuelvan parte de tu vida. Madurez emocional es saber de las emociones y debo ser responsable de lo que me pertenece”, concluyó.
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