¿De qué trata la psicoterapia? ¿Por qué acudir a psicoterapia? ¿Para qué sirve? Más que con respuestas prediseñadas, estas preguntas pueden responderse con la experiencia de haberlo vivido, y en mi caso, de haber estado en ambos lados.
Las personas se acercan a sus primeras sesiones de psicoterapia por diversas razones: porque tienen un conflicto familiar que no saben cómo sobrellevar; porque experimentan estrés laboral; porque se sienten muy tristes, desesperadas, todo les molesta y no saben qué hacer con esto; porque están asustadas; porque quieren tomar decisiones y no han podido hacerlo; porque comenzaron a preguntarse por el rumbo de su vida; porque nada parece hacerlas felices; porque quieren saber quiénes son, quieren hablar, quieren ser escuchadas. ¡Porque no encuentran su lugar!
Uno imagina un montón de cosas cuando va a acudir a psicoterapia. Imagina al doctor barbón y con lentes repitiendo la pregunta: “Y con eso, ¿cómo te sientes?”. También nos preguntamos: “¿Y si ya no sé qué decir?”. Lo cierto es que acudir a psicoterapia es una experiencia única y personal, diferente para cada persona que lo vive. Podemos encontrarnos todo tipo de psicoterapeutas, con bondades y dificultades.
La psicoterapia es un encuentro con un otro que sirve de espejo, de semblanza.
De pronto ese consultorio con sillas, sillones, cuadros, plantas y más se convierte en un lugar único, en tu lugar. Durante cerca de una hora tienes oficialmente un espacio donde puedes hablar de lo que sabías y de lo que no sabías que querías hablar, donde recuerdas desde tu color favorito hasta aquello que tanto te apasiona.
En este lugar, una vez que te sientes cómodo y das fe de que nadie te está juzgando, puedes comenzar a expresar tus opiniones más sinceras, hablar de todo eso que sientes. Puedes estar feliz, triste, furioso, sin que esos sentimientos parezcan tan negativos. Puedes sentirlos y pensarlos, incluso reconducirlos hacia algo que te haga bien.
Es cierto que en ocasiones se habla de cosas que duelen, que parece que no queríamos ver, pero si aparecen es porque pueden trabajarse y sanarse. El sufrimiento encuentra entonces un lugar para ser nombrado y convertirse en algo productivo. En psicoterapia uno comienza a tener más claridad, a ser más consciente de uno mismo, a conocerse y aceptarse, a tomar decisiones y encontrar lo que desea y necesita.