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En busca de la autenticidad de los trabajos de los estudiantes: No todo está en el software

Es importante fomentar en los estudiantes las buenas prácticas para evitar el plagio en sus trabajos, en especial los de investigación.

Por: Dra. Beatriz Corona Figueroa, Académica de la UAG
29/Jun/2023
en busca de la autenticidad de los trabajos de los estudiantes no todo esta en el software

 

Todos los profesores, o la mayoría de nosotros, en la mayoría de las asignaturas, anhelamos que los trabajos que los estudiantes nos entregan no sean “copiados y pegados”. Y aguardamos a que ese anhelo, con lo que a veces parecería una esperanza un tanto ingenua, se alcance algún día. Esperamos que suceda como con varita mágica y por la propia consciencia y habilidades de los estudiantes…. pero la mayor parte de las veces no sucede y terminamos molestos y decepcionados cuando encontramos que la redacción no corresponde ni al estilo, ni al nivel que han mostrado en otros trabajos y entregas… o lo que es peor, cuando detectamos una indefendible copia y pega de textos que ya descubrimos en Google.

 

Por supuesto que no debería ocurrir, por supuesto que los estudiantes no deberían hacer esto, porque estamos formando con valores y la ética comienza desde lo que uno escribe; además de que, con esta pésima práctica, sobre todo están atrofiando su propia capacidad de pensar y expresar sus ideas. No debería, claro, pero sucede, y sigue sucediendo. Los estudiantes, con mayor o menor conciencia, con mayor o con menor dolo, siguen copiando segmentos o trabajos completos…. y ya sabemos cómo termina esto con el pasar de los años. No debería, pero sucede y solo lo exhibimos, nos quejamos entre nosotros, probablemente penalicemos o anulemos trabajos, pero aun con ello no estamos resolviendo el problema.

 

El problema es real, y es grave. Aun sin dolo, la copia y pega es una práctica totalmente reprobable, pero los métodos que empleamos no han resultado del todo efectivos. Muchas veces decimos a los estudiantes “no copien y peguen”, pensando que no hacerlo va a ser el simple resultado de obedecer una indicación. No sucede, y aun con inocencia y buenas intenciones, necesitamos asegurarnos de que los estudiantes sepan cómo no copiar. Y como regla primera, no hacerlo nosotros tampoco.

 

Mi experiencia

 

Mi contacto de larga data con estudiantes me ha ido mostrando que la única forma en que los estudiantes no copien es darles estrategias precisas para que no suceda, invertir energía y tiempo en ello, dar seguimiento y realmente aplicar consecuencias. Y para que no suene tampoco a simple consejo, relataré una experiencia que recientemente tuve con un par de grupos de Psicología en Metodología de la Investigación.

 

El curso se compone de muchas entregas sucesivas, encaminadas a construir el trabajo final, que puede ser un documento extenso o un artículo. Desde el primer día les dije a mis estudiantes que sometería a análisis de coincidencias (plagio) la entrega final, pero que no les convenía plagiar tampoco en las entregas parciales, porque ellas conformaban el trabajo final y, de haber plagiado, tendrían que dedicarle mucho tiempo a corregir todo el documento para la entrega.

 

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En los temas iniciales busqué mucho la sensibilización sobre la condición cuasi sagrada del conocimiento y de las ideas y que, aunque ese conocimiento termina eventualmente siendo de todos, no podemos apropiarnos de él simplemente diciendo que fue producto de nuestro esfuerzo. Hago algunos ejercicios en donde ellos simulan crear algo: una marca, un dibujo, un texto y donde de pronto alguien llega y se los roba. Les motivo a imaginar escenarios donde un trabajo de años simplemente es tomado como alguien más puesto como propio y les pongo ejemplos reales donde esto parece haber sucedido. Los varones se impresionan particularmente con lo que le sucedió a algunas ideas y trabajos de Nicola Tesla, y las chicas con la historia de Rosalind Fraklin, una integrante del equipo que descubrió la estructura de doble hélice del ADN que no recibió en vida el crédito que merecía. Son ejemplos célebres, por supuesto, pero les transmito que el plagio está entre nosotros y ocurre todos los días en los demás mortales.

 

Una vez sensibilizados, les explico claramente las normas del formato APA 7 y cómo deben consignarse las citas textuales para justamente dar crédito a su autor. Cuando comienzan a escribir y escribir sobre conceptos que ya sienten como propios sin citarlos, les pregunto si ellos acuñaron las definiciones de variables como asertividad, autoestima, burnout, regulación emocional o la que sea dentro de nuestro campo y como responden que no, les recuerdo que hay que citar a quien sí lo hizo. Esto, que parece simple, les conecta con ese hecho irrefutable: si no es tuyo, no hagas parecer que lo es. Como parte también del APA 7, hago repetidos ejercicios con ellos del estilo de cita que resalta al autor y el que resalta la información, con lo que también les estoy enseñando redacción, y hasta bromeo con ellos sobre los errores de redacción que me producen urticaria.

 

El sistema de fichas de contenido también ayuda mucho. En el Doctorado aprendí a utilizar unos formatos de sistematización de la información que, bien empleados, resultan una especie de vacuna contra el plagio: cuando los estudiantes llenan adecuadamente cada apartado del formato y consignan allí todos los datos del artículo y el contenido de las diferentes secciones, no requieren volver al documento completo, de gran tentación para copiar. Cuando van razonando la información que colocan en el formato, esta ya va libre de plagio y de allí sí pueden, efectivamente, tomar el material que después llevará su propio texto. Por otro lado, tampoco soy partidaria de que la extensión de los textos, trabajos extensos o tesis deba ser un criterio radical y solo por sí mismo, pues, a mayor número de páginas indicadas, en mi opinión se incrementa la posibilidad de que el alumno copie a fin de llenarlas.

 

Aprovechando el ambiente generado, también paso a practicar con ellos formas variadas de escribir e insisto sin cansarme en que leer mucho nos permite acondicionar nuestro cerebro para que produzca más, además de proveernos de un abundante léxico que es nuestra mejor herramienta para escribir la información “con nuestras palabras”, que, con este proceso, serán precisas y correctas. No representa menor complejidad la importancia de, antes de escribir, hacer una pausa para lograr una verdadera comprensión de las ideas a fin de expresarlas sin copiar y también sobre eso practicamos. Les pido que antes de entregar, relean sus textos y se aseguren de haber explicado lo que creen que la información contenía y no importa si no lo hacen perfectamente desde la primera vez: lo importante es comenzar a escribir de manera impersonal y siempre pensando que alguien más lo descubrió.

 

Cuando considero haber proporcionado estas herramientas, procedo a ver si se comprendieron. Soy de la total convicción de que la única alternativa para identificar el plagio es meternos de verdad en los textos y en analizar cómo están construidos. No hay de otra: hay que dedicarle tiempo. Empleo las herramientas del procesador Word y resalto con colores los errores, además de la función “Revisar” y “Agregar comentario”, con lo que les dejo las observaciones precisas. En las entregas sucesivas del trabajo vuelvo a revisarlo todo desde el principio, y se sorprenden cuando soy capaz de identificar si corrigieron un error anterior o no. Y lo sigo haciendo. Muchos lo corrigen en la próxima, otros en dos más, pero nunca dejo de constatar si realmente aplicaron las modificaciones. Y logro ese moldeamiento hacia un texto mejor construido y unas ideas mejor expresadas. No hay de otra: hay que dedicarle tiempo como lo señalé antes. Parecería extenuante, pero encuentro una particular alegría cuando logran de verdad narrar párrafos con sus propias ideas y estilo y encuentran en ello un fuerte autodescubrimiento.

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Finalmente, llega la entrega del trabajo y entonces sí, como lo prometido, someto los textos al escáner. Empleo específicamente el COPYLEAKS, porque su precio resulta accesible y tiene buenas funciones. Me gusta porque establece diferencias entre copia sin cambios, cita textual con formato correcto, parafraseo, contenido similar y palabras repetidas, que son del uso común en la disciplina y que forman parte de nuestro léxico. Además, el reporte especifica las coincidencias con colores que van del salmón tenue al rojo, según la gravedad de la copia y en el orden descendente que señalé arriba. Y con esos señalamientos, voy a revisar el texto procesado para identificar si la cita textual está bien hecha y si se trata del nombre completo del nombre del artículo, revista o liga, que también están escritos de la misma manera y el software detecta, lo que no se contaría como copia. Ante la preocupación del profesor sobre el costo de los programas, es bueno señalar que los hay gratuitos y tendrán sus diversas funcionalidades, pero sin duda, es necesario irse familiarizando con ellos.

 

Conclusión

 

¿Cómo terminó esta historia? Debo decir que con final feliz: los trabajos entregados por mis estudiantes no pasaban de un mínimo de coincidencia textual y eso era porque muchas veces empleaban citas textuales con formato correcto o se detectaba la coincidencia de los nombres en las referencias y que no se cuentan como copia; con todo, el porcentaje era bastante menor que el que aceptan no pocos libros y revistas. Evidentemente, no fue necesario anular ningún trabajo.

 

Creo que el problema del plagio es de algún modo responsabilidad de todos. Identificarlo, compartirlo y quejarnos o penalizar calificaciones no lo resuelve. Incluso, los softwares antiplagio por sí mismos tampoco lo resuelven: hay que dotar de conciencia y de estrategias a los estudiantes y acompañar su proceso de aprendizaje de una manera cercana. Al final, el mejor premio viene cuando algunos estudiantes se acercan a decir que el esfuerzo fue grande, pero que agradecen que el curso les enseñó a escribir mejor y que incluso otros profesores se los señalan y que, especialmente, sienten satisfacción por haber escrito “legalmente”.  Desde lo que a mí me funcionó, vale la pena el esfuerzo si queremos hacer un verdadero cambio encaminado a enseñar con valores y calidad.

 

La Dra. Beatriz Corona Figueroa es académica del programa de Psicología y Coordinadora del Comité de Investigación del Decanato de Ciencias Sociales, Económico y Administrativas.

 

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